¿Qué es el color?
El color es la percepción visual del reflejo de la luz que ilumina las superficies y rebota en las
células de nuestra retina.
Los objetos, igual que poseen una forma y tamaño determinados, también poseen un color. Sin embargo, el color sería más una impresión sensorial producida por la incidencia de los rayos luminosos en los ojos que una cualidad física. La luz es un tipo especial de radiación electromagnética cuyas longitudes de onda son visibles a nuestros ojos, y son transformadas en la retina en señales electroquímicas que nuestro cerebro interpreta como la sensación de ver.

Espectro visible para el ojo humano
Fundamentos del color
El mundo externo es incoloro. El color de cada objeto depende únicamente de su capacidad
para absorber la luz que recibe. De esta manera, las longitudes de onda de la luz1 reflejada por
cada objeto determinan el color que interpretamos. El ser humano es capaz de detectar un
número determinado de longitudes de onda, es lo que se conoce como Espectro Visible. Éstas
longitudes de onda detectables para el ojo humano son las comprendidas entre los 380 y los
760 nanómetros. Por debajo de los 380 nanómetros se encuentran las radiaciones que
llamamos ultravioleta y por encima de los 760 nanómetros, las radiaciones que conocemos
como infrarrojos.
Todas las cosas del mundo reflejan una cantidad mínima de todas las longitudes de onda. La que percibimos como color en cada caso, será la llamada Longitud de Onda Dominante. En el caso de los colores que entendemos como planos, son aquellos en los que no apreciamos la presencia del resto de colores, lo que no quiere decir que no estén presentes2. Este fenómeno se produce porque el sistema nervioso humano no puede percibir cada una de las longitudes de onda por separado, si no que interpreta y percibe el conjunto.

Curva de reflectancia de una superficie con una longitud de onda dominante de 530 nanómetros
1 Durante mucho tiempo, se formó una gran polémica entre los físicos que se preguntaban si la luz estaba compuesta por ondas o por partículas. Isaac Newton afirmaba que se trataban de partículas, ya que solamente consideraba ondas las del agua y el sonido, pero la luz no, ya que no se adapta a las formas de obstáculos que pueda encontrarse. Actualmente se sabe que cuando la luz se mueve en el espacio se considera como onda pero cuando se topa con obstáculos, hay que entenderla como un grupo de partículas desplazándose en línea recta. En 1905, Einstein llamó a estas partículas “fotones”, aunque, hasta años después no fue demostrado de manera empírica esta doble naturaleza como onda y como partícula. (Cromorama, Apéndice A 1.1, Riccardo Falcinelli)
2 Hablando de datos electromagnéticos, el color “amarillo único” se localiza entre los 568 y 583 nanómetros; el color “verde único”, entre los 498 y 530 nanómetros; y el “azul único” entre los 468 y los 487 nanómetros. Sin embargo, el color “rojo único” es considerado un color fuera del espectro. En colorimetría es descrito como el color complementario de un color turquesa de aproximadamente 495 nanómetros.
Todas estas longitudes de onda, son recogidas por el órgano de la vista, que funciona como un sistema conjunto. La luz entra por el ojo, que funciona como un mero elemento de recepción. Al llegar a la retina se encuentra con los receptores, que pueden ser de cuatro tipos diferentes:
Bastones: Son aquellos receptores sensibles a las iluminaciones más débiles, funcionan cuando la visión se produce en la oscuridad o penumbra, y hacen que percibamos la imagen en escala de grises.
Conos: Existen tres tipos de conos que tienen una sensibilidad diferente:
Conos Rojos: Suponen el 30% del total de los conos, son sensibles a las longitudes de onda más largas, por eso se nombran con la letra L (Long)./p>
Conos Verdes: Son la mayoría, ya que suponen aproximadamente el 60% de la totalidad. Son sensibles a las longitudes de onda medias, se nombran con la letra M (Medium).
Conos Azules: Suponen un 10% del total, son los menos abundantes. Son sensibles a las longitudes de onda más cortas y se nombran con la letra S (Short).
Aunque algunos de los conos son más sensibles a unos colores que a otros, también se activan cuando se detectan longitudes de onda cercanas a las que son capaces de detectar. En cuanto a la recepción de la información por parte de los conos, hay dos teorías principales desde el siglo XIX; por un lado encontramos la Teoría Tricomática de Young (más tarde reelaborada por Helmholtz), y por otro la Teoría de las Parejas Opuestas de Hering.

Curva de sensibilidad de los tres tipos de conos en el ojo humano
La Teoría de Young está inspirada en las bases de las mezclas en pintura, por eso presupone que los tres tipos de receptores que se encuentran en el ojo se corresponden con los tres colores primarios y su combinación se encarga de que seamos capaces de visualizar todos los colores. Por el contrario, Hering mantiene que el amarillo es un color independiente que tiene su propia autonomía, y no es percibido como la combinación entre el color rojo y el verde. Para él, lo más importante del proceso son las relaciones que se crean en niveles superiores del cerebro y por eso los colores de base no son solo tres, sino cuatro.
Recientemente, la ciencia ha terminado por dar la razón a la Teoría de Hering. Los conos son únicamente elementos de medida de las longitudes de onda, pero no participan en su posterior interpretación y elaboración del color3. Una vez los conos y bastones han recibido la luz del exterior, comunican la información recibida a una neurona. Estos datos van recorriendo el tracto óptico mientras van siendo revisados por otras neuronas hasta llegar al área del cerebro encargada de interpretarla y elaborar el color, se realiza un proceso que puede dividirse en varias fases:
1. Valoración de las longitudes de onda a través de los datos que ofrece la retina; esto sucede en la corteza visual primaria.
2. Estudio de las relaciones entre los colores próximos para establecer la constancia cromática.
3. Control de la atribución cromática. En este caso son varias las áreas cerebrales implicadas; por ejemplo, la corteza temporal inferior se encarga de la esfera semántica4 y el Hipocampo se encarga de la parte que tiene que ver con la memoria.
La construcción del color por tanto, es un proceso complejo. Las primeras teorías que se conocen acerca de la construcción psicológica del color, datan del siglo XVIII, cuando Gaspard Mongue, en ese momento estudiante en la universidad, realiza un experimento junto a sus compañeros. El experimento consistía en observar dos hojas de papel, una de color blanco y otra de color rojo, a través de una placa de vidrio de color rojo. El resultado fue que las dos hojas se veían del mismo color, de manera que parece que las dos hojas son, en realidad, blancas. Este fenómeno puede explicarse entendiendo que comparamos los objetos con aquello que los rodea, de ésa manera, al superponer el vidrio rojo, la hoja de color rojo pasa a ser uno de los elementos más claros, por eso nuestro cerebro lo interpreta como blanco3.
También a finales de los cincuenta, se realiza un nuevo experimento que supone un avance
importante en cuanto a la percepción del color. En este caso, es Edwin Land el encargado de llevarlo
a cabo. Se tomaron dos fotografías de un mismo elemento, pero una con un filtro verde y
otra con un filtro rojo. Al proyectarlas simultáneamente se genera la imagen en blanco y negro.
Sin embargo, al colocar delante del proyector que emite la imagen obtenida con el filtro rojo,
ese mismo filtro, y dejando el otro proyector únicamente con la luz blanca, la imagen aparece en
color. De esta forma, Land demostró que no es necesario que en la escena haya ningún color,
para que nosotros seamos capaces de visualizarlo5.

Colores primarios psicológicos
3 Información extraída de “Cromorama. Cómo el color transforma nuestra visión del mundo” de Roberto Falcinelli, (Apéndice A, apartado 4.0)
4 La esfera semántica es un sistema semántico coordinado de la mente que permite el modelado de la cognición humana y de la autoobservación de las inteligencias colectivas.
5 También ha podido demostrarse que las células pueden reaccionar ante una superficie de cualquier color, mientras tenga una cantidad mínima de la longitud de onda. Además, algunas sustancias como el LSD confirman que el cerebro es capaz de producir sensaciones cromáticas sin tener ningún estímulo externo